Quilmes, ya fue ahora,San Lorenzo, va por boca
Un gol, un cóctel de fantasías y una actuación simulando sacar dos pistolas para simbolizar su hartazgo por tantos golpes, enloquecieron a Hacha Brava Navarro, quien al ratito le dio semejante patadón a ese pibito atrevido que lo frac turó. Eso sí, ese mismo chiquilín no se achicó y, en el campeonato siguiente, gritó por triplicado ante ese mismo Independiente que parecía imparable... Después, ya en 1967, le hizo cuatro goles a Boca en algo más de media hora... Bastante tiempo más tarde, ya hombre, ya técnico, cada vez que lo convocaron armó equipos para la memoria, como aquel subcampeón del 83 que no paraba de atacar, como los Camboyanos que luchaban en un club en crisis o como el campeón del 95 que cortó la sequía de 21 años...
Hay que agregarle un par de líneas también especiales a ese capítulo atrapante que a Héctor Veira le pertenece en exclusiva en la historia azulgrana. Son las líneas de anoche. Un regreso más, luego de ocho años. Con la mística inalterable. Con las costumbres intactas. Con su San Lorenzo clasificando para la próxima fase de la Sudamericana. Y ahora va por Boca, nada menos.
Claro que tanta expectativa se diluyó porque los protagonistas la recortaron con un juego de vuelo bajo. No había demasiado nuevo para esperar de San Lorenzo más allá del cambio de su técnico. Porque el Bambino asumió el lunes y no tocó nada del equipo. Tampoco era para esperar tan poco. El partido se desinfló enseguida porque Romagnoli no estuvo fino y los otros volantes trasladaron la pelota demasiado. Y porque Quilmes con dos líneas de cuatro no buscó como tenía que hacerlo por la obligación que le representaba levantar los dos goles del partido de ida. No creó una sola chance clara en todo el primer tiempo y fue San Lorenzo el que se despertó a la salida de dos córners: sendos derechazos de Lavezzi desde afuera le dieron algo de luz al partido.
Tuvo más emoción el segundo tiempo, aunque el trámite siguió siendo malo y el empate estuvo bien. A los 10 minutos, Herrera definió mal y Pontiroli tapó lo que era gol. Con Arano y Bastianini, Quilmes intentó cambiar y se paró con un 4-3-1-2 más agresivo. Y tres minutos después, Wálter García el más sobrio y seguro de todos se mandó un pique espectacular y le robó la pelota a Bonvin cuando estaba cara a cara con Ramírez.
La emoción creció con ese cabezazo de Bastianini cerca del poste derecho. Pero mucho más cuando Barrientos uno de los más criteriosos en un partido sin criterio le metió un pase magnífico a Romagnoli y éste estrelló la pelota en el otro poste derecho. Pero, está claro que esa palabra que tanto le gusta al Bambino (belleza) se extrañó. Vaya si se extrañó...
Hay que agregarle un par de líneas también especiales a ese capítulo atrapante que a Héctor Veira le pertenece en exclusiva en la historia azulgrana. Son las líneas de anoche. Un regreso más, luego de ocho años. Con la mística inalterable. Con las costumbres intactas. Con su San Lorenzo clasificando para la próxima fase de la Sudamericana. Y ahora va por Boca, nada menos.
Claro que tanta expectativa se diluyó porque los protagonistas la recortaron con un juego de vuelo bajo. No había demasiado nuevo para esperar de San Lorenzo más allá del cambio de su técnico. Porque el Bambino asumió el lunes y no tocó nada del equipo. Tampoco era para esperar tan poco. El partido se desinfló enseguida porque Romagnoli no estuvo fino y los otros volantes trasladaron la pelota demasiado. Y porque Quilmes con dos líneas de cuatro no buscó como tenía que hacerlo por la obligación que le representaba levantar los dos goles del partido de ida. No creó una sola chance clara en todo el primer tiempo y fue San Lorenzo el que se despertó a la salida de dos córners: sendos derechazos de Lavezzi desde afuera le dieron algo de luz al partido.
Tuvo más emoción el segundo tiempo, aunque el trámite siguió siendo malo y el empate estuvo bien. A los 10 minutos, Herrera definió mal y Pontiroli tapó lo que era gol. Con Arano y Bastianini, Quilmes intentó cambiar y se paró con un 4-3-1-2 más agresivo. Y tres minutos después, Wálter García el más sobrio y seguro de todos se mandó un pique espectacular y le robó la pelota a Bonvin cuando estaba cara a cara con Ramírez.
La emoción creció con ese cabezazo de Bastianini cerca del poste derecho. Pero mucho más cuando Barrientos uno de los más criteriosos en un partido sin criterio le metió un pase magnífico a Romagnoli y éste estrelló la pelota en el otro poste derecho. Pero, está claro que esa palabra que tanto le gusta al Bambino (belleza) se extrañó. Vaya si se extrañó...
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